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Mostrando las entradas etiquetadas como José Aurelio Sandí Morales

A propósito de los 100 años de la Provincia Eclesiástica de Costa Rica (VII): El proceso de romanización y su impactó en la designación de los nuevos obispos

¿Por qué llegaron a ser obispos de las nuevas sedes catedralicias Rafael Otón Castro Jiménez, Antonio del Carmen Monestel y Agustín Blessing? La respuesta no se encuentra solo porque el Estado lo deseaba, como se indicó en la última entrega. Ésta se encuentra más bien en un proceso que se llama la romanización de los fieles y ministros ordenados que Roma impulsó para el caso de América Latina luego de 1830, pero que en Costa Rica se profundizó luego del episcopado de Mons. Thiel en 1880. Antes de explicar dicho proceso se debe aclarar cómo fue el nombramiento del paulino Agustín Blessing en el vicariato apostólico de Limón. Desde el inicio de los planes de división de la diócesis de San José se indicó que en Limón se crearía un vicariato atendido por los paulinos de la provincia de Colonia, Alemania, residentes en Costa Rica, pero que el hombre escogido debía ser de la confianza de Mons. Stork. Cuando apareció el nombre de Agustín Blessing no se habló de otro más. Desde Roma se present

A propósito de los 100 años de la Provincia Eclesiástica de Costa Rica (VI): Las explicaciones políticas y diplomáticas de su origen

La participación del Estado costarricense en la elección de los nuevos obispos y hasta en la división territorial de la Provincia Eclesiástica del país respondía a las buenas relaciones entre en la Santa Sede y Costa Rica . Lo cual es inobjetable y las fuentes lo confirmaron. Sin temor a equivocación y en términos diplomáticos se puede decir que la Santa Sede le “debía” un favor a Costa Rica. País que le abrió de par en par las puertas para establecer en su territorio una sede para sus representantes en el Istmo centroamericano. Esto le permitió a Roma crear relaciones no solo diplomáticas y religiosas, sino también conocer qué sucedía en diversos ámbitos en la región, gracias a los informes que realizaban sus delegados.  Tampoco se debe olvidar la escogencia de Costa Rica como sede para los enviados papales a Centroamérica, pues esto fue también un espaldarazo de Roma al país, ya que con esa confianza demostró que esta nación era un lugar “tranquilo y civilizado”, donde los delegados

A propósito de los 100 años de la Provincia Eclesiástica de Costa Rica (V): Las ventajas de tener un enviado apostólico en estas tierras

En la entrega anterior se llegó hasta la inesperada muerte de Mons. Stork. La cual vino a cambiar toda la situación y los planes elaborados por Mons. Marenco, pues luego de conocer la noticia del deceso del Ordinario de San José el gobierno del país cambió de opinión en su apoyo irrestricto a la creación de la Provincia Eclesiástica, como se verá a continuación.  En un documento titulado como “Confidencial”, Alejandro Alvarado Quirós, ministro de Relaciones Exteriores de Costa Rica, le escribió el 8 de enero de 1921 a Mons. Marenco para indicarle que, a causa de la muerte de Mons. Stork, en el gobierno civil  “ya no vemos la urgencia de ella [la división], y en este momento en que está abierta la sucesión del Obispado, sería hasta cierto punto contraproducente para la tranquilidad de los círculos católicos, aumentar con nuevas candidaturas la división entre el clero y dar incentivo a las ambiciones, que son humanas y explicables aun entre sacerdotes”.  Aun, el mismo Alvarado Quirós pro

A propósito de los 100 años de la Provincia Eclesiástica de Costa Rica (IV): El Gobierno civil y su deseo de voz y voto a la hora de nombrar los obispos

Cuando Marenco llegó a tierras costarricenses, sabía que debía de cerrar de una vez por todas la creación de la provincia eclesiástica de Costa Rica, pero también debía de buscar a los hombres idóneos para cada sitio escogido como sede episcopal.  Sin embargo, para el caso costarricense, como en otros casos de América Latina, el gobierno del país deseaba tener voz y voto en la designación de los posibles prelados. Los gobernantes del país sabían lo útil que era tener obispos afines a sus políticas o por menos que no ocasionaron problemas ni disturbios sociales, por ende, deseaban su grado de injerencia en la designación de los obispos. De modo general el gobierno siempre se mostró de acuerdo con la división y hasta había dado una terna para los obispos de las nuevas sedes. Este derecho que había perdido desde 1884 por la derogación del Concordato, pero que, Roma por amistad y diplomacia aún le permitía tal privilegio. Bajo este panorama Mons. Marenco empezaba a darle forma a la divisió

A propósito de los 100 años de la Provincia Eclesiástica de Costa Rica (III): Los deseos y anhelos del clero costarricense

Toda diócesis necesita de un obispo y todo obispo necesita de una diócesis. Es bajo esta premisa que se deben entender los nombramientos que se dieron en torno a la Provincia Eclesiástica de Costa Rica entre los años de 1921-1922.  Cuando tomó auge la idea de crear la Provincia Eclesiástica de Costa Rica no se pensó de manera directa en nombres de los consiguientes obispos. Solo se sabía que si se creaba de manera expedita el primer arzobispo de San José sería Mons. Juan Gaspar Stork, quien en ese momento era el obispo de la diócesis-país de Costa Rica. Durante el periodo en el cual Mons. Juan Cagliero fue el delegado Apostólico, no se mencionó ningún nombre para la o las nuevas sedes de episcopales. El que no se hablara de nombres y hombres en particular, no quiere decir que no existiera quien desease ser obispo. En este caso se puede mencionar que desde 1913, Antonio del Carmen Monestel Zamora lo manifestó de manera abierta al enviar información a Cagliero sugiriendo cambios en la di

A propósito de los 100 años de la Provincia Eclesiástica de Costa Rica (II): La división geográfica

Como se vio en la entrega anterior el encargado de llevar a delante la división de la diócesis de Costa Rica por designio de Roma era Mons. Cagliero. Este último, así como Stork, obispo de San José, estaban de acuerdo en la división, el problema es que no estaban de acuerdo en el tipo de división geográfica que se debía hacer, lo cual generó, unido a otros elementos, grandes discusiones entre ambos. Cagliero propuso, influenciado por el presbítero Antonio Monestel, la siguiente división: una arquidiócesis en San José, que atendiera la totalidad de las provincias de San José, Cartago y Limón y una diócesis de Alajuela que comprendiera la totalidad de las provincias de Alajuela, Heredia, Puntarenas y Guanacaste. Por su parte, Stork deseaba: una arquidiócesis en San José cubriendo las provincias de San José, Cartago, Heredia y Alajuela, pero sin los territorios de San Ramón, Orotina y San Mateo, que estaría a cargo del obispo de la diócesis de Puntarenas que también cubriría a la provinci

A propósito de los 100 años de la Provincia Eclesiástica de Costa Rica (I): El encargado de la división

El próximo 16 de febrero del 2021 se celebrarán los 100 años de la erección de la Provincia Eclesiástica de Costa Rica. Por motivo de este acontecimiento en la vida religiosa y hasta política, social y cultural del país es que se ha preparado una secuencia de artículos que presentan los entretelones de dicha creación. Se debe de dejar claro que este hecho no se dio por generación espontánea ni por la decisión de una sola persona.  En primer lugar, se enmarca como parte de un proceso histórico de duración media, al menos desde 1908 hasta 1921. En el mismo tuvieron cabida, a causa de los deseos que emanaban desde la colina Vaticana, los trabajo que debían realizar los enviados pontificios en la región, la injerencia gubernamental y hasta los anhelos y caprichos de una parte del clero costarricense que soñaba con ser prelado de una de las nuevas sedes episcopales.  Los artículos tienen como base la información recopilada y analizada durante la investigación que permitió desarrollar una te

Los sacerdotes de la Diócesis de Costa Rica en medio de la epidemia del Cólera

Concluida la Batalla de Rivas , a causa de la epidemia desatada por el contagio del cólera, el ejército expedicionario costarricense tuvo que devolverse a territorio nacional. Con la vuelta del ejército entraba también la enfermedad. Ante tal flagelo, el papel jugado por los sacerdotes -en los casos donde no salieron huyendo- y por la misma jerarquía católica, en su esfuerzo por evitar la propagación de la enfermedad y en la difusión de posibles remedios para la misma, fue de gran importancia. La sección de Fondos Antiguos del Archivo de la Curia Metropolitana , custodia una gran cantidad de cartas dirigidas tanto por el Gobierno a la jerarquía católica como de ésta a los presbíteros y viceversa sobre las medidas que se tomarían con respecto a la epidemia. El 12 de mayo de 1856 llegó una carta a Mons. Llorente, en la que se le comunicó que la comarca de Puntarenas estaba siendo atacada por el cólera. En este mismo documento, firmado por Rudecindo Guardia, se le informaba al prela

La Campaña Nacional, 1856-1857: Una Guerra Santa

En medio de los preparativos finales para ir a la guerra contra los filibusteros, el gobierno eclesiástico de Costa Rica publicó el 22 de noviembre de 1855, un edicto en el cual su intención era incentivar al pueblo y a los soldados a defender la patria. En el texto Mons. Llorente llamó a los hermanos e hijos en Jesucristo, habitantes de este país, a luchar en defensa de la religión, la patria, las instituciones, la libertad y la vida de los costarricenses, que se hallaban en inminente riesgo. Esto a causa de los proscritos que habían llegado a Nicaragua y que habían ocasionado que dicha tierra se encontrase guiada por el frenesí, el odio y la venganza. Estas “ heces corrompidas de otras naciones ” -como las llamó Llorente-, se encontraron bien pronto dueños y señores de Nicaragua; y además tenían la idea de crecer y extenderse sobre nuestro suelo, expresaba el prelado. Estos advenedizos enemigos de la Santa Religión Llorente los veía como hombres desenfrenados en sus pasiones que vi

El libro de defunciones del Presbítero Francisco Calvo

  En el anterior artículo dábamos la noticia de la reciente inclusión del Libro de defunciones de la Campaña Nacional en el Registro Nacional de Memoria del Mundo de la UNESCO en Costa Rica . A continuación publicamos un artículo del historiador José Aurelio Sandí Morales, en el que su autor reseña el contenido e interés de este documento. *****  Para mediados de 1855 el presidente de Costa Rica Juan Rafael Mora Porras fue avisado por parte de su embajador ante el gobierno de los Estados Unidos, Felipe Molina, de la existencia de una grupo de hombres comandados por William Walker, que habían llegado a Nicaragua para tomar parte de la disputa de poder entre liberales y conservadores en dicho país. De frente a esta información el presidente Mora, junto con su gabinete y demás colaboradores iniciaron el proceso de preparar a la población nacional para un posible enfrentamiento bélico entre las fuerzas armadas costarricenses y el grupo que tiempo después fue denominado como l