Ir al contenido principal

La Campaña Nacional, 1856-1857: Una Guerra Santa


En medio de los preparativos finales para ir a la guerra contra los filibusteros, el gobierno eclesiástico de Costa Rica publicó el 22 de noviembre de 1855, un edicto en el cual su intención era incentivar al pueblo y a los soldados a defender la patria. En el texto Mons. Llorente llamó a los hermanos e hijos en Jesucristo, habitantes de este país, a luchar en defensa de la religión, la patria, las instituciones, la libertad y la vida de los costarricenses, que se hallaban en inminente riesgo. Esto a causa de los proscritos que habían llegado a Nicaragua y que habían ocasionado que dicha tierra se encontrase guiada por el frenesí, el odio y la venganza. Estas “heces corrompidas de otras naciones” -como las llamó Llorente-, se encontraron bien pronto dueños y señores de Nicaragua; y además tenían la idea de crecer y extenderse sobre nuestro suelo, expresaba el prelado. Estos advenedizos enemigos de la Santa Religión Llorente los veía como hombres desenfrenados en sus pasiones que vienen a profanar “nuestros templos, nuestros altares, nuestra ley y nuestras castas esposas é inocentes hijas”, que unido a su ambición por la riqueza se harían dueños a la fuerza de nuestras propiedades.

Por lo anterior Mons. Llorente no dudó en incentivar a sus feligreses a pelear por sus vidas, por sus leyes y por sus esposas e hijos. De igual manera los incitó a que era preferible morir con denuedo antes que sufrir el duro yugo de los que pretendían esclavizarlos. El obispo, para alentar al pueblo en la lucha, recurrió a ejemplos bíblicos, asegurando que de la misma manera como Dios libró de las llamas a Ananías, Azaría y a Missael y a Daniel de la boca de los leones, así también protegería a los costarricense, pues es el mismo “Dios que en defensa de su pueblo destruyó en una sola noche ciento ochenta y cinco mil hombres del ejército de Senacherib,… y si Dios está en favor nuestro ¿quién podrá contra nosotros?".


Anselmo Llorente y Lafuente
I Obispo de San José


Un día antes de salir en marcha hacia Guanacaste para enfrentar al enemigo, y por petición del mismo presidente de la República Mons., Llorente se dirigió al Ejército Expedicionario reunido en San José. El objetivo era claro, indicarles a los soldados su obligación de ser obedientes a sus superiores en los trabajos que tal empresa demandaría. El Obispo de Costa Rica les habló a los soldados recordándoles “la estrecha obligacion que como cristianos y ciudadanos (la negrita es nuestra) habéis contraído de defender los derechos de vuestra patria, que amenazada hoy mas que nunca por hombres llenos de ambicion y codicia, intentan despojarnos de los mayores bienes que disfrutamos, hollar nuestra religión santa, arrebatar lo que con tantos sudores habeis adquirido, derrocar al Gobierno benéfico que con tanto tino os dirije, y sujetaros á una porción de forajidos que sin patria intenta apropiarse la agena y esclavizarla”. Llorente destacó los ultrajes que Walker y los suyos había cometido contra la religión santa y contra los pobladores nicaragüenses, al indicar que: “han tenido la insolencia de apropiarse la muger agena, entregándosela á un adúltero y prohibiendo severamente al legítimo esposo hasta el pasar por su propia casa”.

En la misma alocución Mons. Llorente alentó e incitó a las tropas mencionando que: “No permita el Dios de las misericordias que caigamos en manos de tales enemigos. Contamos con la justicia de nuestra causa, con la protección del cielo y con nuestras valientes tropas que antes querran morir con gloria y honor que ver conculcada la religion santa, profanados los templos y sumerjida su patria en un abismo de males.” El prelado concluyó indicando que: “Todo anuncia vuestro triunfo: su número es muy poco, y debeis contar que vuestros hermanos los Nicaragüenses harán con vosotros causa comun”. Además, solicitó a los jefes militares a ser ellos “los primeros en dar ejemplo de vuestra obediencia al Supremo Gobierno […] y enseñad al soldado con vuestro ejemplo a arrostrar los peligros poniendo vuestra confianza en el Dios de las batallas”. El mismo Mons. Llorente exhortó a todos proponiendo: “Id, pues, llenos de confianza en que vuestro triunfo sentí seguro; mientras tanto los que quedamos acompañando á vuestras familias dirijamos nuestras súplicas por vuestro buen éxito al Dios, de las misericordias.”

Con estos dos documentos que Mons. Llorente dirigió al pueblo y al Ejército Expedicionario, se evidencia de nuevo la unión tan cercana entre el Estado y la Iglesia, en una causa común. Misma que el prelado presentó bajo la premisa de una Guerra Santa contra un enemigo de la religión de los costarricenses, los cuales al ser cristianos y ciudadanos estaban en la obligación de defender a la patria, al presidente y a la santa religión católica, pilares de aquella sociedad.



Para saber más.


  1. José Aurelio Sandí Morales, Estado e Iglesia católica en Costa Rica 1850-1920; en Los procesos de control del espacio geográfico y la creación de un modelo costarricense, Publicaciones Universidad Nacional, Heredia, Costa rica, 2012.
  2. Jeimy Trejos Salazar (Comp.), La iglesia católica en la Campaña Nacional (1856-1857), EUNED, San José, Costa Rica, 2011.




José Aurelio Sandí Morales
Universidad Nacional


Comentarios

Artículos más leídos durante el último mes

La Iglesia de las Ánimas de San José (II)

2. Convento de frailes capuchinos: Efectivamente, en algún momento del año 1949, Mons. Sanabria debió de acordar con los Padres Capuchinos la cesión a estos del terrero donde se enterraron las víctimas de la epidemia del cólera de 1856. Así, sabemos que el 2 de enero de 1950 Mons. Sanabria escribe al P. Valenciano informándole del próximo establecimiento de los Padres Capuchinos en San José, “precisamente en el sitio que fue Cementerio del Cólera, en donde ellos además de fijar su residencia habrán de construir la Iglesia o Capilla de Ánimas que fue el objeto para el cual fue donado aquel terreno. Estoy seguro de que este informe habrá de ser de su pleno agrado, no solo porque ya se ve próxima una solución al problema de la construcción de la iglesia de las Ánimas, sino también porque aquel vecindario aprovechará no poco de los ministerios de los Padres” . Ese mismo día contesta el Padre Valenciano a Mons. Sanabria felicitándole por su decisión. El 14 de abril de 1950 desde Car...

La iglesia de las Ánimas de San Jose (I)

El presente trabajo trata de señalar los principales hitos de la Historia de la Rectoría Preciosísima Sangre de Cristo , más conocida como Iglesia de las Ánimas, dada su importancia para la ciudad de San José y su estrecha relación con los orígenes de la actual sede del Archivo Histórico Arquidiocesano “Monseñor Bernardo Augusto Thiel”. La Iglesia de Las Ánimas, ubicada en la Avenida 10 de San José, es un hito urbano de la capital josefina, por su ubicación actual en una de las principales entradas a la ciudad y junto a los principales cementerios de la misma y por erigirse sobre el solar del antiguo Cementerio del Cólera , en el que fueron enterrados los afectados por esa epidemia en el año 1856 a raíz de la Campaña Nacional contra William Walker. La investigación se ha hecho a partir de las fuentes documentales existentes en el Archivo Histórico Arquidiocesano. Por ello sus conclusiones podrían verse matizadas a partir de la consulta de otros acervos documentales. Se ha co...

Dr. Víctor Sanabria Martínez (1898-1952)

    1.      El hombre     1-1. Víctor Sanabria Martínez, nació el 17 de enero de 1898 en San Rafael de Oreamuno (provincia de Cartago), en el lugar popularmente llamado “Choruca”. Sus padres eran dos acomodados campesinos: don Zenón Sanabria Quirós y doña Juana Martínez Brenes.    Cartago fue la capital de la provincia durante el periodo colonial. Se caracterizó por su gente muy política y muy católica. Ha sido por muchos años cuna de las vocaciones sacerdotales y religiosas. Dentro de este ambiente campesino, de la lucha diaria de la tierra y las brisas del Volcán Irazú, va creciendo el último retoño de la familia Sanabria Martínez. En su pueblo natal hace sus estudios primarios, pasando luego al Colegio Seminario, regentado por los padres paules alemanes. Finalizando la secundaria, en 1912, hace la petición formal a Mons. Juan Gaspar Storck, C.M.,   III Obispo de San José de Costa Rica,   para ingresa...

Conferencia: "Fray José Antonio Goicoechea. La vida de un sabio a doscientos años de su muerte"

El próximo miércoles 2 de julio se cumplen 200 años del  fallecimiento de Fray José Antonio Goicoechea (1735-1814). Con ese motivo, el Archivo Histórico Arquidiocesano invita a todas las personas interesadas a la conferencia que, para conmemorar tan importante efeméride, dará el historiador Pbro. Manuel de Jesús Benavides Barquero en la Casa de Ejercicios Espirituales de la Iglesia de San Francisco de Asís en Calle Blancos (Goicoechea), templo popularmente conocido como Iglesia de ladrillos, a las 6 de la tarde del 2 de julio . Detalle del retrato de Fray José Antonio Goicoechea existente en el Archivo Histórico Arquidiocesano El Pbro. Manuel de Jesús Benavides Barquero , historiador vinculado al Centro de Investigaciones Históricas de América Central (Universidad de Costa Rica), es autor de una ya nutrida lista de monografías, desde su tesis de licenciatura “De Ujarrás a Paraíso. Análisis del traslado de una población (1821-1850)” , publicada en el año 2002, hasta...

Parroquia San Juan Bautista, Tibás, San José

En este año la parroquia San Juan Bautista de Tibás está cumpliendo 150 años de fundación de la parroquia , hecho acaecido el 2 de enero de 1865 y por la tanto un motivo de alegría, regocijo y que nutre y vigoriza la sociabilidad , las estructuras comunales y su identidad,  antes  pueblerina y hoy pujante cantón alrededor de su templo parroquial. La población del Murciélago se encuentra ubicado en actual distrito San Juan, cantón de Tibás. Tuvo su primera ermita en 1837 , previa solicitud y financiamiento de vecinos del lugar (Campos Ramírez, 2014, P.128). Desde esa fecha se estableció la Ayuda de Parroquia que abarcaba las poblaciones de Uruca, San Vicente y San Isidro, entre otras (Campos Ramírez, 2014, P.133). En 1852, los vecinos de San Juan del Murciélago solicitaron la creacción de la parroquia, sin embargo, esa petición fue denegada. Finalmente, mediante un movimiento de las fuerzas vivas de ese lugar, firmas de vecinos y estudio de las autoridades eclesiástica...