A propósito de los 100 años de la Provincia Eclesiástica de Costa Rica (V): Las ventajas de tener un enviado apostólico en estas tierras
En la entrega anterior se llegó hasta la inesperada muerte de Mons. Stork. La cual vino a cambiar toda la situación y los planes elaborados por Mons. Marenco, pues luego de conocer la noticia del deceso del Ordinario de San José el gobierno del país cambió de opinión en su apoyo irrestricto a la creación de la Provincia Eclesiástica, como se verá a continuación. En un documento titulado como “Confidencial”, Alejandro Alvarado Quirós, ministro de Relaciones Exteriores de Costa Rica, le escribió el 8 de enero de 1921 a Mons. Marenco para indicarle que, a causa de la muerte de Mons. Stork, en el gobierno civil “ya no vemos la urgencia de ella [la división], y en este momento en que está abierta la sucesión del Obispado, sería hasta cierto punto contraproducente para la tranquilidad de los círculos católicos, aumentar con nuevas candidaturas la división entre el clero y dar incentivo a las ambiciones, que son humanas y explicables aun entre sacerdotes”. Aun, el mismo Alvarado Quirós pro