Este mes se cumplen 25 años del traslado del Archivo Histórico Arquidiocesano a su actual sede en la Avenida 10 de San José. Es un buen momento, por tanto, para volver la vista atrás, recordar ese hecho y a sus protagonistas y hacer una valoración del trabajo realizado en estos 25 años.
Un 13 de noviembre del 2000 se inauguraba la nueva sede del archivo por el presidente de la República, el alcalde de San José, el nuncio, el arzobispo de San José y el obispo auxiliar, en presencia de las demás autoridades arquidiocesanas, del personal del archivo y de numerosos invitados. Se le dio entonces el nombre de Archivo Histórico Arquidiocesano Monseñor Bernardo Augusto Thiel.
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| El presidente de la República, Miguel Ángel Rodríguez Echeverría, firma el acta de inauguración, en presencia de Monseñor Arrieta y Mons. Antonio Sozzo, nuncio apostólico en Costa Rica. |
Fue un momento de celebración por la consecución de un proyecto en el que varias personas habían trabajado durante años. Destaquemos al anterior jefe del archivo, Marvin Vega Blanco, a Eduardo Fournier García, profesor de Archivística en la Universidad de Costa Rica y, en aquel entonces, asesor del archivo, al sacerdote Carlos Humberto Rojas Sánchez, quien se encargó de la administración de las obras de remodelación del edificio, a Monseñor José Manuel Garita Herrera, entonces canciller de la Curia Metropolitana, y, por supuesto, a Monseñor Román Arrieta Villalobos, arzobispo de San José, quien autorizó y respaldó el proyecto.
El archivo, en realidad, fue parte de la Curia diocesana de San José desde el momento en que ésta inició su actividad, poco después de la creación de la diócesis en 1850. Cuando Monseñor Bernardo Augusto Thiel, II obispo de San José, terminó de construir el palacio episcopal, el archivo se trasladó a este elegante edificio, situado al costado Sur de la Catedral, y allí permaneció durante los siguientes 112 años.
Mientras tanto, en la década de 1950, con acuerdo de Monseñor Víctor Sanabria como arzobispo de San José, religiosos capuchinos procedentes de Cartago, encabezados por fray Rogelio de San Feliú, construyeron la Iglesia de las Ánimas y un modesto edificio como convento de la nueva comunidad, en la Avenida 10, en el solar conocido como "antiguo cementerio del cólera". En 1973, la iglesia pasó a ser una rectoría, administrada por la Arquidiócesis de San José.
Dos décadas después, se decidió que el antiguo convento capuchino, luego casa cural, fuera la sede del Archivo Histórico Arquidiocesano. Para ello, fue necesario acometer una profunda remodelación del edificio, trabajo que se realizó durante los años 1999 y 2000, así como el traslado de los documentos a su nuevo hogar.
Sobre la historia de la Iglesia de las Ánimas y del traslado del archivo se han publicado algunos trabajos, todos ellos disponibles en Internet, donde el lector interesado podrá encontrar abundante información, especialmente el artículo La iglesia de las Ánimas de San José (partes I y II), publicado en este blog, la exposición documental Archivo Histórico Arquidiocesano, 2000-2015. 15 años en la Avenida 10 y, como un capítulo de un tema más amplio, el artículo Orígenes del Archivo Histórico Arquidiocesano Monseñor Bernardo Augusto Thiel. Sus antecedentes hasta 1983, publicado en la Revista del Archivo Nacional. No es necesario, por tanto, extenderse más sobre estos acontecimientos ya conocidos.
Sí es importante, en cambio, reflexionar sobre lo que ha aportado este traslado a la sociedad costarricense. El nuevo Archivo Histórico Arquidiocesano supuso, sin duda, una ampliación de la infraestructura archivística de la Arquidiócesis de San José, así como una reafirmación de la apertura del archivo al conjunto de la sociedad. Si bien es verdad que el Archivo Eclesiástico, como fue conocido anteriormente, existió desde mucho antes y dio un servicio a la sociedad desde el edificio de la Curia Metropolitana, el nuevo edificio supuso más y mejores espacios para atender al público y a las parroquias y demás oficinas arquidiocesanas, para alojar unos crecientes fondos documentales y, en general, para que el personal del archivo pudiera desarrollar adecuadamente sus distintas funciones.
En estos veinticinco años, se ha desarrollado desde el archivo un abundante trabajo y se han atendido a miles de personas, quienes han acudido al archivo para consultar sus documentos, solicitar certificaciones y reproducciones digitales de los mismos, recibir orientación en las investigaciones por medio de correo electrónico, visitar las instalaciones del archivo y asistir a sus cursos, conferencias y talleres. Por ejemplo, en lo que va del presente año, de enero a octubre, el Archivo Histórico Arquidiocesano ha atendido a más de 700 personas en sala de consulta, ha expedido más de 2 500 certificaciones, ha mostrado sus instalaciones a cinco grupos de estudiantes Archivística, Biblioteconomía e Historia, ha organizado un taller sobre la utilización de FamilySearch y un curso de Genealogía y ha acogido una conferencia del historiador argentino Roberto di Stefano, ésta organizada por la Escuela de Historia de la Universidad Nacional. Y espera, además, terminar el año dando continuidad a todos estos servicios, recibiendo a nuestros colegas del archivo del Registro Civil y organizando un curso de Paleografía y una nueva edición del ciclo de conferencias Semana Ahabat, organizada, precisamente, en conmemoración de la inauguración de este edificio un 13 de noviembre del 2000.
En noviembre de 2025 el actual edificio del archivo presenta, sin duda, retos que habrá que afrontar progresivamente, para seguir atendiendo a las más de cien parroquias de la Arquidiócesis de San José, a la Catedral Metropolitana, a las oficinas de la Curia Metropolitana, a los investigadores académicos y al público en general. Afrontar los retos implica actualizar el proyecto gestado décadas atrás e impulsado por Monseñor Román Arrieta y sus sucesores, el proyecto de un archivo eclesiástico al servicio de la Iglesia y de la sociedad.
Pablo Durand Baquerizo
Jefe Archivo Histórico Arquidiocesano
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