El presente trabajo trata de señalar
los principales hitos de la Historia de la Rectoría Preciosísima Sangre de
Cristo, más conocida como Iglesia de las Ánimas, dada su importancia para la
ciudad de San José y su estrecha relación con los orígenes de la actual sede
del Archivo Histórico Arquidiocesano “Monseñor Bernardo Augusto Thiel”.
La Iglesia de Las Ánimas, ubicada en
la Avenida 10 de San José, es un hito urbano de la capital josefina, por su
ubicación actual en una de las principales entradas a la ciudad y junto a los
principales cementerios de la misma y por erigirse sobre el solar del antiguo
Cementerio del Cólera, en el que fueron enterrados los afectados por esa
epidemia en el año 1856 a raíz de la Campaña Nacional contra William Walker.
La investigación se ha hecho a
partir de las fuentes documentales existentes en el Archivo Histórico
Arquidiocesano. Por ello sus conclusiones podrían verse matizadas a partir de
la consulta de otros acervos documentales. Se ha consultado la documentación
procedente de la Parroquia de Nuestra Señora de la Merced, dentro de cuya
jurisdicción ha estado siempre la Iglesia de Las Ánimas, los libros de
defunciones de la iglesia de las Ánimas, Libros de Visitas Canónicas, Libros de
Acuerdos, correspondencia de Mons. Sanabria y planos, principalmente.
Vamos a ver en este artículo cuál es el origen de este templo y los primeros esfuerzos por construirlo, en los años que discurrieron entre la donación del terreno a la Iglesia en 1927 hasta la cesión del mismo a los Padres Capuchinos, en 1950. En un próximo artículo trataremos de las siguientes etapas del templo en su todavía corta Historia:
1.
Donación del terreno a la Iglesia y primeros intentos de construcción:
Todo empezó en el año 1927. Ese año por
decreto del Congreso Constitucional de la República, fechado el 30 de junio de
1927, se autorizó a la Municipalidad de San José “para que done a las Temporalidades de la iglesia Católica el
cementerio antiguo de la ciudad, a fin de que se construya en él una capilla
funeraria para servicio del culto Católico” (publicado en La Gaceta, nº
155, el 8 de julio de 1927). La finca fue efectivamente donada e inscrita en el
Registro de la Propiedad el 7 de noviembre de 1929 a nombre de las
Temporalidades de la Iglesia Católica de Costa Rica.
Pasaron los años sin que
aparentemente avanzara este proyecto de forma significativa. En el año 1936 se
constituyó una junta edificadora y otra en 1949, pero ambas juntas no lograron
más que recaudar una cierta suma de dinero. Finalmente, Monseñor Sanabria cedió
el terreno a los frailes capuchinos, quienes en 1950 tomaron posesión del
mismo, recibieron el dinero recaudado por la juntas anteriores, solicitaron de
los feligreses más dinero y materiales de construcción y en relativamente poco
tiempo lograron levantar una iglesia y su convento, para de ese modo dar
cumplimiento, más de dos décadas después, a la finalidad para la que se había
donado el terreno.
Es interesante resaltar cómo el terreno,
tradicionalmente conocido como “antiguo
cementerio del cólera” pasa en esos años anteriores a la llegada de los
capuchinos (al menos entre 1932 y 1943) a denominarse “Campo de la Santa Cruz”. La iglesia que se pretendía construir en
el mismo se iba a consagrar igualmente a la Santa Cruz. También puede
apreciarse la importancia de la iniciativa del párroco de la Merced, Pbro.
Rosendo de Jesús Valenciano, en la administración del terreno y en los
esfuerzos por levantar ahí una iglesia, hasta que en 1950 el terreno es cedido
a los capuchinos, así como la activa presencia en las juntas edificadoras de
1936 y de 1949 de la persona de Adriano Arié, en la primera como Vicepresidente
y en la segunda como impulsor y organizador.
Así, un oficio de la Secretaría Municipal de
San José, fechado el 25 de febrero de 1932, comunicó al Padre Rosendo de J.
Valenciano un acuerdo de esa corporación fechado el 23 del mismo mes, en el que
se dice: “En memorial de 6 de los
corrientes, el Presbítero Rosendo de J. Valenciano pide se exonere a la
Parroquia de la Merced del impuesto de pavimentación correspondiente al terreno
del antiguo Cementerio del Cólera llamado actualmente Campo de la Santa Cruz.
Considerándose atendibles las razones que al respecto expone el interesado se
acordó: de conformidad (…)”.
El 14 de mayo de 1936, la Curia
Metropolitana, a solicitud del Pbro. Valenciano, nombró una junta edificadora
para levantar la iglesia u oratorio de la Santa Cruz en el antiguo cementerio
del cólera, según puede leerse en el Libro de Acuerdos nº 10:
“Junta
Edificadora de la Iglesia u oratorio de la Santa Cruz, La Merced, San José: Nos Víctor Sanabria M., Vicario
General del Excelentísimo Señor Arzobispo de San José de Costa Rica. Visto un
oficio del señor Cura de La Merced en el que solicita el nombramiento de los
miembros (…) que han de integrar la Junta Edificadora de la iglesia u oratorio que se ha de construir en el Campo
de la Santa Cruz, esto es, en el antiguo Cementerio del Cólera de la ciudad de
San José, hemos tenido a bien nombrar, como en efecto nombramos por el presente
acuerdo, a los señores don Adriano Arié, como Vicepresidente, y a los señores
don Adolfo de Lemos, don Guillermo Porras, don Alfonso Mora, don Néstor Zamora
y don Juan Félix Rodríguez, como vocales (…). Igualmente aprobamos el
nombramiento de don Leocadio Larrad para tesorero de la misma Junta (…)”.
Meses después, la Municipalidad
aprobaba esa junta edificadora, según sabemos por un oficio de la Secretaría de
la Municipalidad, del 4 de septiembre de 1936,
comunicando al Padre Valenciano que la Municipalidad, en sesión
celebrada el 3 de septiembre, había aprobado “el nombramiento de la Junta Edificadora de una Iglesia en el Campo de
Santa Cruz (Antiguo Cementerio del cólera)…”, según solicitud del Padre
Valenciano del 13 de julio de 1936. No sabemos nada de la actividad que debió
desplegar esta junta, pero parece que logró recaudar algún dinero, según se
desprende de lo dicho por Adriano Arié en el acta nº 2 del libro de actas de la
junta edificadora de 1949, como expondremos más adelante.
El 15 de octubre de 1940, el Pbro.
Rosendo Valenciano pudo mostrar a Mons. Sanabria, II Arzobispo de San José, el
terreno dónde se proyectaba construir una iglesia dedicada a la Santa Cruz,
como parte de la Visita Canónica que el Arzobispo realizó a la Parroquia de la
Merced los días 13 a 16 de octubre, según puede leerse en el Libro de Visitas
Canónicas de la Arquidiócesis de San José, nº 8: Ese martes 15, después de
celebrar misa en La Merced a las 6 de la mañana, a las 8 de la mañana “el Excelentísimo Monseñor Sanabria
acompañado del señor Cura don Rosendo Valencia[no] y del señor Coadjutor de La
Merced don Romualdo Barrantes, visitó los terrenos designados para la
construcción de las futuras iglesias dedicadas a la Santísima Trinidad y a la
Santa Cruz, siendo objeto de un espléndido recibimiento de parte de los vecinos
de dichos barrios. Informado el Prelado de la actividad desplegada por esos
vecindarios para realizar sus intentos, les estimuló a proseguir adelante e
hizo ver cómo en fecha no muy lejana habría de procederse a la erección de una
nueva Parroquia”.
Años después, tenemos un oficio de
la Municipalidad de San José, fechado el 4 de junio de 1943, concediendo “la solicitud que hace el señor Cura de La
Merced, a fin de que se le conceda una paja de agua para la propiedad que
pertenece a esa Iglesia y que es la Nº 1 de la Manzana Nº 54 bis de Hospital
sita en Avenida 8 bis y 10 Calles 20 y 22, (Campo de la Santa Cruz)…”.
En el mes de mayo 1949 se constituyó
una nueva junta edificadora, por iniciativa de un grupo de feligreses de la
Parroquia de La Merced, algunos de ellos vecinos del Barrio Bolívar, con la
autorización del Párroco de la misma, Pbro. Rosendo de J. Valenciano, y del
propio Mons. Sanabria. De esta junta edificadora tenemos abundantes referencias
en la correspondencia intercambiada entre su secretario, Macabeo Vargas Castro,
y la Curia Metropolitana, correspondencia de la que Macabeo Vargas mantuvo
enterado al Pbro. Valenciano, así como en el Libro de Actas de la Junta
Pro-construcción de una capilla en el antiguo cementerio del cólera, ya citado.
Este libro contiene tan solo 3 actas, fechadas entre 1949 y 1950, más una nota
del Pbro. Enrique Bolaños, Párroco de La Merced, fechada el 2 de marzo de 1963
(las siguientes páginas del libro se utilizaron para el inventario de la
Iglesia). De toda esta documentación se puede establecer lo siguiente:
A principios del mes de mayo, con el
conocimiento de Mons. Sanabria y del Pbro. Valenciano, se reunieron en el Salón
Parroquial de La Merced un grupo de feligreses de esa Parroquia y de vecinos
del Barrio Bolivar, convocados por Adriano Arié, para formar la “Junta Pro-construcción de una capilla en el
terreno donde existió el antiguo cementerio de las personas fallecidas en la
peste de cólera ocurrida en Costa Rica en el año 1856”, que quedó
conformada por los siguientes miembros: Presidente, Presbítero Rosendo de Jesús
Valenciano; Vicepresidente, Luis Felipe Montoya; Tesorero, Miguel Ángel
Matamoros; Vocales, Presbítero Rafael Cascante Vargas, Presbítero Guillermo
Arié Cascante, José María Acuña, Antonio Núñez, Luis Sánchez, Oscar Atmella,
Julio Vargas Meléndez y Lesmes Mora Pacheco; secretario, Macabeo Vargas Castro.
Adriano Arié, organizador de este encuentro, se excusó para ocupar la
Vicepresidencia, proponiéndose su nombre para el futuro ecónomo. La finalidad
de la capilla que se pretende construir en ese terreno ya no es solo funeraria,
sino también de servicio pastoral a esa vecindad.
El 12 de mayo de 1949 Macabeo Vargas Castro,
secretario de esa junta edificadora, escribe a Mons. Sanabria informándole de
los resultados de la reunión y solicitando su aprobación. En la misma carta se
hace una justificación del proyecto: “Un
templo muestra allí una necesidad para los vecinos del llamado Barrio Bolívar y
además servirá para la vela y para las exequias de los muertos que habrán de
ser enterrados en los cementerios cercanos. Tendrá otro fin, cual es el de
recibir los despojos mortales de quienes no tengan facilidades en sus casas
para los actos fúnebres, y porque en realidad, como se acostumbra en otros
países, es preferible realizar esos honores finales bajo un techo cristiano”.
Esta carta se dirigió a Mons. Sanabria y además se transcribió su texto
completo en otra carta dirigida al Pbro. Valenciano.
El 16 de mayo el Pbro. Miguel
Chaverri, Canónigo secretario, contesta a Macabeo Vargas Castro, estimulando en
la prosecución del proyecto. El 19 de mayo Macabeo Vargas dirige una carta al
Pbro. Valenciano, transcribiéndole el texto de la contestación del Pbro. Miguel
Chaverri. Con un contenido similar, el 21 de mayo contestó a Macabeo Vargas el
pbro. Alfredo Hidalgo, indicándole además que ha tramitado el nombramiento de
la Junta, aunque dicho nombramiento no se encuentra en los Libros de Acuerdos
de la Curia Metropolitana.
El 27 de mayo, el Padre Rosendo de
J. Valenciano, “Presidente de la Junta Edificadora constituida y aprobada por
la Autoridad Eclesiástica…”, delega sus facultades de Presidencia en el señor
Vicepresidente de la misma junta, Luis Montoya Rodríguez. Dos días después, el
29 de mayo, tiene lugar la segunda reunión de la Junta Pro-construcción de la
capilla de Las Ánimas, igualmente en el salón parroquial de La Merced, bajo la
presidencia de Luis Montoya.
La tercera y parece que última
reunión de esta junta tuvo lugar el 19 de mayo de 1950 en el salón de catecismo
de la Parroquia de La Merced, con el objeto de que dicha junta entregue los
fondos recaudados para la construcción de la futura iglesia de las Ánimas a los
Padres Capuchinos, a quienes Mons. Sanabria ha encargado esa misión.
Pablo Durand Baquerizo
Jefe Archivo Histórico Arquidiocesano
Curia Metropolitana
Curia Metropolitana
Excelentes datos, Gracias. Los vecinos de Barrio Bolivar intentamos escribir la historia del barrio y esos detalles esenciales en dicho intento clarifican situaciones de dudas por ausencia de investigaciones y datos anteriores a este momento. Seria interesante la posiblidad de accesar a esos documentos que describen los detalles que nos son importantes.Esto para tener datos que respalden lo que interesaria para dicho fin.
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