En
la primera mitad de la década de los años ochenta del siglo pasado, abrió sus
puertas para los investigadores el Archivo Histórico Arquidiocesano Bernardo
Augusto Thiel, organizado de acuerdo con las normas archivísticas modernas,
bajo la dirección de un archivista graduado en la Universidad de Costa Rica, el
Lic. Marvin Vega Blanco.
Comenzaron
a llegar investigadores, especialmente genealogistas, algunos tan
experimentados como el Dr. Hernán Fuentes Baudrit, el Lic. Juan Rafael
Sanabria, el Ing. Fernando Rudín, don Carlos Hernán Segira, entre otros, pero
también ingresaron jóvenes genealogistas, entre ellos se destacaron Mauricio
Meléndez Obando, German Bolaños Zamora (Q.D.G) y Ramón Villegas Palma (Q.D.G),
que rápidamente se destacó por su seriedad y dedicación.
Yo,
por ese tiempo, me desenvolvía como asesor en materia archivística y también
como investigador de los proyectos de enfermedades hereditarias del Centro de
Biología Celular. Comencé una amistad con estos jóvenes, especialmente con
Ramón, quien se me acercaba a consultarme algunos aspectos de la organización
del archivo. Su seriedad, educación y su cortesía eran proverbiales, así como
su laboriosidad en sus búsquedas, me llamaron la atención, lo que me hizo
recomendarlo, cuando se presentó la ocasión de que se nombrara un asistente en
los proyectos antes mencionados, para que colaborara conmigo en el trabajo, así
durante varios años trabajamos juntos, luego por ampliación de los proyectos se
hizo cargo de algunos. Para mí fue muy importante su ayuda cuando tuve que
retirarme temporalmente, debido a que me aquejó un cáncer de colon en 1998.
Era
especial, muy trabajador, poco a poco fue identificándose con el archivo y fue
convirtiéndose en un funcionario más y aquí desarrolló una labor de gran
importancia de recuperación de la información, elaborando muchos instrumentos y
auxiliares descriptivos que han sido y serán una gran ayuda para los
investigadores, esos instrumentos serán la presencia permanente de Ramón en el
archivo. Hacer una lista de ellos sería muy largo y no cabría en este espacio.
Publicó varias artículos en revista especializadas, entre ellos se destacan la
descendencia de Juan Gätjens y el de la familia Sagot, también la familia
Jenkins, pero su obra más importante y a la que le había
dedicado mucho tiempo aún ya enfermo, ha quedado inconclusa: las Genealogías de
Atenas y Palmares.
También
fue profesor de Matemáticas en varios Institutos de Segunda Enseñanza,
ganándose el aprecio de sus alumnos.
Cuántas
veces almorzamos en el Restaurant del Mar, para comer el buffet de ensaladas, y
nuestras conversaciones giraban sobre temas genealógicos. Estaba muy interesado
sobre las familias reales europeas y me preguntaba cuál rey había muerto
trágicamente o con quién se había casado.
Cuando
cayó enfermo seguimos nuestra amistad, lo llamaba por teléfono, varias veces a
la semana, y él me iba contando el proceso de su enfermedad y de los duros
tratamientos por los que estaba pasando, pero una faceta muy especial de Ramón
era su fe en Jesús, realmente aceptaba su enfermedad con gran resignación y
tranquilidad, rodeado de su familia y amigos.
Ocho
días antes de su fallecimiento, me llamó para preguntarme cómo había muerto uno
de los reyes de Inglaterra y luego hablamos un par de días después.
La
muerte de Ramón ha sido un golpe para mí, pues se ha ido un amigo, un colega y
una persona muy especial, al que siempre admiré por muchos motivos.
Descansa
Ramón, te has ido, pero permanecerás siempre en el recuerdo de tus amigos.
Tu
amigo,
Eduardo
Fournier García
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