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Los retratos de los obispos de Nicaragua y Costa Rica existentes en el Archivo Histórico Arquidiocesano de San José



El Archivo Histórico Arquidiocesano conserva en sus instalaciones una colección de 33 retratos de obispos de Nicaragua y Costa Rica, parcialmente expuesta en el segundo piso del edificio, colección de la que ya hemos hablado en anteriores notas de este blog. Es sabido que este conjunto de retratos fue realizado por el pintor nicaragüense Toribio Jerez por encargo de Monseñor Bernardo Augusto Thiel. Ahora nos proponemos exponer cual fue exactamente el origen de estas obras de arte y cómo llegaron hasta Costa Rica, apoyándonos en la abundante y expresiva correspondencia enviada y recibida por el obispo y conservada en Fondos Antiguos. Estas fuentes se encuentran principalmente en los dos libros copiadores de correspondencia enviada por Mons. Thiel entre los años 1886 y 1887 (FA-338-2, folios 135-136, 179, 246, 279, 471-474) y 1887 y 1888 (FA-338-3, folios 45, 64-66, 70-72, 114v, 135 y 259v) y en el volumen de correspondencia recibida por Thiel entre los años 1886 y 1889 (FA-348-1, documentos 124, 132, 146, 161, 175, 192, 245 y 260-271), más otras referencias que pueden encontrarse en los volúmenes 275-1, 350, 351, 378, 397-2 y 413 de Fondos Antiguos de nuestro archivo eclesiástico. Esta abundante correspondencia fue intercambiada especialmente entre Thiel y Rafael Jerez, deán del cabildo de León y quien como hermano del autor de los retratos actuó de intermediario entre el obispo y el artista, y en menor medida con Rafael Ramírez, canónigo del Cabildo de León, y con el obispo de la misma sede, Francisco Ulloa, quienes también colaboraron en el éxito del encargo de Thiel.

Este encargo que Monseñor Thiel realizó a Toribio Jerez puede enmarcarse dentro de uno de los rasgos del carácter polifacético del que fuera segundo obispo de San José, como fue su interés por el patrimonio histórico-cultural. Mons. Thiel reunió en su casa episcopal una colección arqueológica precolombina y una biblioteca, que se sumaron al archivo de la Curia diocesana (y de la antigua Vicaría Foránea colonial de Cartago), del que el propio Thiel fue seguramente su primer gran investigador. Asimismo, Thiel se interesó por reunir una colección de obras pictóricas, entre ellos los retratos de los obispos de Nicaragua y Costa Rica (Sanabria, Víctor Manuel: “Bernardo Augusto Thiel, segundo obispo de Costa Rica. Apuntamientos históricos”, San José, 1982, p. 490). Incluso en su correspondencia se pone de manifiesto su afición a coleccionar sellos postales de distintos países.
El interés de Thiel por las obras pictóricas que encargó debe ponerse en relación igualmente con la construcción del palacio episcopal (actual sede de la Curia Metropolitana), que fue levantado al regresar de su exilio en Panamá, entre octubre de 1886 y abril de 1888 (Sanabria, Víctor Manuel, p. 490).
Volvamos al tema de nuestro interés.
Como el propio Toribio Jerez nos cuenta en una certificación de inicios de 1888, él es el autor de 35 retratos de obispos de Nicaragua y Costa Rica, realizados en la ciudad de León entre los años 1886 y 1887 por encargo de Mons. Thiel (ciertamente Mons. Thiel encargó 35 retratos, como veremos, aunque actualmente se conservan 33). En ese momento Toribio jerez, general de brigada, alcanzaba los 60 años de edad y era un retratista al óleo conocido en los distintos países centroamericanos (FA-378-fol. 46). De hecho ya había realizado al menos dos encargos para la iglesia costarricense: El retrato del presbítero Ramón María González existente en la iglesia del Carmen de Heredia, pintado en 1864, y el retrato del I Obispo de San José, Monseñor Anselmo Llorente y Lafuente, existente en la casa arzobispal y realizado por su autor en el año 1863.


Retrato del Pbro. Ramón María González (Iglesia de Nuestra Señora del Carmen, Heredia),
realizado por Toribio Jerez (fotografía de Luis Carlos Bonilla Soto).

Una cronología sucinta del proyecto de los retratos sería la siguiente: El origen del encargo de Thiel a Toribio Jerez, a través de su hermano Rafael, se encuentra probablemente en los dos viajes que Thiel hizo a Nicaragua entre los meses de enero y agosto de 1886. De agosto a diciembre de ese año, el prelado y Rafael Jerez intercambian varias cartas en las que acuerdan las condiciones y detalles del proyecto. A finales de 1886 Toribio Jerez ya está trabajando en los retratos, que están terminados en agosto de 1887. El 23 de noviembre los retratos estaban ya en la aduana de San José y poco después en poder de Thiel. En mayo de 1888 los retratos adornaban la nueva casa episcopal. Veamos ahora con más detalle, a través de la correspondencia de Monseñor Thiel, cómo fue este proceso.
La primera noticia fidedigna que hemos podido localizar sobre este proyecto se encuentra en una carta que el deán Rafael Jerez escribe a Monseñor Thiel el 20 de octubre de 1886, en contestación de otra de Thiel de 28 de agosto, concretamente en un largo párrafo de dicha carta que lleva la firma de Toribio Jerez en señal de compromiso. Aquí el deán cuenta a Thiel que encontrándose ambos en Corinto el prelado le facultó para contratar con su hermano los retratos por una determinada cantidad (500 duros, dice la carta) y que de hecho Toribio ya ha empezado a hacerlos (Fondos Antiguos, 348-1, documento 124).
El origen del proyecto debe ponerse en relación, por tanto, con los viajes que Thiel hizo a Nicaragua en 1886. Efectivamente, Monseñor Thiel, encontrándose todavía exiliado en Panamá,  realizó un primer viaje a Nicaragua de más de un mes de duración: Tal y como relata Mons. Sanabria en su biografìa del II obispo de San José, después de pasar por Puntarenas el 1 de enero de 1886, Thiel llegó al puerto de Corinto, en la mitad Norte de la costa pacífica de Nicaragua, donde fue recibido por Monseñor Ulloa y por representantes del clero nicaragüense; de ahí pasó a León, a donde llegó el 6 de enero, saliendo de Nicaragua nuevamente por Corinto el 10 de febrero (Sanabria, 1982, pp. 258-260). En su estancia en Nicaragua el prelado a buen seguro conoció el conjunto de retratos de obispos de León existente en la Sala Capitular de la Catedral y debió además de estrechar relaciones con algunos representantes del clero nicaragüense y en especial con el deán Rafael Jerez, como manifiesta la abundante correspondencia que intercambian entre 1886 y 1891 (Fondos Antiguos, volúmenes 338-2, 338-3, 348-1, 350, 397-2 y 413, entre otros). En la primera carta que conocemos de Rafael Jerez a Thiel, fechada el 3 de marzo de 1886, el sacerdote nicaragûense manifiesta que pudo tratar de cerca a Thiel durante la estancia de éste en Nicaragua (FA-350, folios 174-175).
Unos meses después, encontrándose ya Thiel instalado nuevamente en su diócesis de San José, recibió la invitación de Monseñor Casanova, recientemente nombrado arzobispo de Guatemala, para ir a consagrarlo. Con ese motivo, Thiel viajó a Guatemala entre julio y agosto de 1886 y en el curso de ese viaje debió de pasar nuevamente por el puerto de Corinto: Siguiendo el relato de Mons. Sanabria, Thiel salió de San José el 9 de julio; el 18 de julio estaba en El Salvador; la consagración de Mons. Casanova fue el 25 de julio; y el 21 de agosto estaba de vuelta en Puntarenas (Sanabria, 1982, pp. 313-314). Por la correspondencia de Thiel, sabemos que Rafael Jerez escribió al obispo de San José el 13 de julio pidiéndole le avise cuando esté en Corinto para poder saludarle (FA-350, folio 433).
Encontrándose por tanto en Corinto, con ocasión de alguno de los viajes reseñados, ambos sacerdotes conversaron y Thiel facultó al deán de León para contratar con su hermano la realización de los retratos de los Obispos de Nicaragua y Costa Rica.
En la citada carta de 20 de octubre de 1886 se dan algunos detalles del proyecto, que se terminan de perfilar en la contestación de Thiel del 8 de noviembre de ese año. En esta primera carta, se nos informa que Thiel ha indicado a Rafael Jerez que no debe faltar el retrato de ninguno de los obispos de Nicaragua y Costa Rica. Toribio Jerez ha indagado acerca de estos obispos revisando personalmente los retratos de los mismos existentes en la Sala Capitular de la Catedral de León y complementariamente por medio de la Historia de Nicaragua escrita por Tomás Ayon precisamente en la década de 1880. Con estas fuentes de información Toribio elaboró una lista de un total de 31 obispos de Nicaragua y Costa Rica, que se envía a Thiel con la carta. Rafael Jerez le envía con esta carta las medidas de largo y ancho que Toribio ha dado a los cuadros, para que el obispo pueda encargar los marcos.
Dos días después, el 22 de octubre, Rafael Jerez escribe de nuevo a Monseñor Thiel, pero ahora de forma confidencial, para informarle de la determinación que al parecer ha tomado su hermano: Al visitar la sala capitular de León, Toribio Jerez no encontró los retratos de todos los obispos, sino sólo de algunos de ellos, y por esa razón el artista ha decidido hacer los retratos “como se los pueda representar él en su imaginación”. El deán Jerez se muestra preocupado con esta decisión de su hermano y decide ponerla en conocimiento de Thiel para que éste le responda con sus indicaciones, pero redactando su contestación de tal forma que pueda mostrarsela a Toribio sin que éste se dé cuenta de la previa comunicación de Rafael Jerez a Thiel (348-1, doc. 132). Rafael Jerez recelaba del carácter de su hermano. El 2 de noviembre insiste en lo mismo, explicándole a Thiel que su hermano “es de genio delicado y susceptible” (348-1, doc. 146).
Thiel contesta a las cartas de 20 y 22 de octubre el 8 de noviembre de 1886 (FA-338-2, folios 135-136), fijando definitivamente las condiciones “del negocio de los retratos”, bajo las cuales se hizo el proyecto. Monseñor Thiel cuenta aquí a Jerez que el cabildo de la Catedral de San José está “muy animado” con la idea de realizar los retratos y el hecho de que el pintor escogido sea Toribio Jerez, quien anteriormente, según se dice en la carta, ha pintado para la Diócesis de San José el retrato de Monseñor Llorente y Lafuente, I Obispo de San José. En cuanto a las condiciones del proyecto, Thiel es aquí muy preciso:

  • Está de acuerdo con las medidas de los retratos que anteriormente le mandó Rafael Jerez.
  • Refuta parcialmente la lista de obispos de Nicaragua y Costa Rica que se le envió en la carta de 20 de octubre, porque según él los obispos de Nicaragua y Costa Rica fueron en total 41. Le adjunta una nueva lista de prelados de aquella diócesis de León.
  • De esos 41 obispos, Thiel encarga ahora el retrato de los obispos que pisaron el suelo de Nicaragua, porque efectivamente algunos de estos obispos no llegaron a conocer su diócesis (Sanabria, Víctor Manuel: "Episcopologio de la Diócesis de Nicaragua y Costa Rica 1531-1850", en Picado Gatjens, Miguel, y Quirós Castro, José Alberto: Estudios historiográficos, San José, 2006, pp. 291-362). Según el cálculo de Thiel, estos obispos suman un total de 35. Comparando la serie de retratos conservada en el Archivo Histórico Arquidiocesano con el episcopologio elaborado por Mons. Sanabria, podemos ver que la serie de retratos incluye, en realidad, varios obispos que no llegaron a la Diócesis de León, en especial Agustín de Hinojosa, Juan Baraona y Juan Cruz Ruiz de Cabañas; y por otro lado incluye erróneamente el retrato de Pedro Zúñiga como primer obispo de León. En cambio, los obispos de León no incluidos en la serie de retratos en general no estuvieron presentes en su diócesis, con la excepción de Lázaro Carrasco, obispo electo cuyas bulas nunca fueron expedidas por Roma, y de Juan Torres, quien falleció a los seis días de llegar a Nicaragua.
  • En cuanto al precio, Thiel lo fija ahora en “seiscientos duros” por los 35 retratos, corriendo por su cuenta el embalaje y el transporte de los retratos hasta San José. Hace al final de la carta algunas consideraciones en cuanto al precio, que considera bueno en comparación con lo que se cobra en ese momento en España por retratos de las mismas dimensiones.
  • Se refiere también al modo de ejecutar los retratos, manifestando su conformidad con que Toribio haga los retratos “como mejor pueda según la lista que le mando… En esto dejo libre campo a Toribio, siguiendo en todo las reglas de los antiguos en sus retratos que él conoce mejor que yo”. Si comparamos la serie de retratos existente en León con la que tenemos en el archivo eclesiástico de San José, podemos comprobar que en efecto, y con escasas excepciones, Toribio Jerez se apartó de los modelos existentes en León. Podemos señalar como retratos que sí guardan parecido con los de León los de los obispos Diego Morcillo, Agustín Morel de Santa Cruz y Félix Villegas.


Retrato de Domingo Antonio de Zataraín (1736-1741) existente en León, Nicaragua
(fotografía de José Aurelio Sandí Morales)



Retrato de Domingo Antonio de Zataraín existente en el Archivo Histórico
Arquidiocesano de San José, Costa Rica (fotografía de Luis Carlos Bonilla Soto)



Retrato de Agustín Morel de Santa Cruz (1750-1753)  existente en León, Nicaragua (fotografía de José Aurelio Sandí Morales)


Retrato de Agustín Morel de Santa Cruz existente en el Archivo Histórico
Arquidiocesano de San José, Costa Rica (fotografía de Luis Carlos Bonilla Soto)



Finalmente, Thiel expresa su deseo de que el pintor “dentro de algunos meses ya me tendrá el trabajo listo”.
Esta carta de Thiel inicialmente no llegó a su destino y el 17 de diciembre de 1886 Thiel le manda nuevamente, ahora por correo certificado, copia de la misma carta (338-2, fol. 179).
Por tanto en diciembre ya estaba perfectamente definido el proyecto: Se trataba de realizar los retratos de los 35 obispos de León que según Mons. Thiel llegaron a la sede de León, sin importar que dichos retratos fueran copias exactas de los existentes en la Catedral de León. En esto Thiel daba libertad al artista para que realizara los retratos según su criterio.
El 30 de diciembre de 1886 Rafael Jerez escribe a Thiel manifestando que “Toribio queda muy contento y ya sigue trabajando” (FA 348-1, doc. 175). El trabajo del pintor se prolongó hasta agosto de 1887 y durante ese tiempo Rafael Jerez escribe con frecuencia a Thiel dándole noticias y expresándole sus preocupaciones sobre la marcha del proyecto.
En ese lapso de tiempo el proyecto parece que acumuló cierto retraso, debido a que el pintor simultáneamente aceptó otros encargos, circunstancia que apesadumbró a su hermano el deán y éste, para lograr adelantar el trabajo, decidió pagarle varios adelantos a su hermano a cuenta del dinero ofrecido por Thiel. Así, el 14 de marzo de 1887 le cuenta a Thiel que “Toribio va trabajando pero no con la ligereza que yo deseara, sin duda por la edad, y porque ha tomado otras obras”, razón por la cual Rafael Jerez decide adelantarle noventa pesos (348-1, doc. 260), iniciativa que Thiel le agradece en su respuesta del 30 de ese mismo mes (338-2, fol. 279). Con la misma finalidad de “precisarlo” Rafael Jerez dio otros adelantos a su hermano según se manifiesta en su carta de 29 de junio (348-1, doc. 261) y en dos recibos de dinero firmados por Toribio el 6 de julio y el 20 de agosto (348-1, doc. 261 bis).
El artista, para representar a los retratados, debió de usar distintas fuentes de información. Así, sabemos que Toribio Jerez inspeccionó la serie de retratos de obispos existente en la Catedral de León y que consultó al menos una obra de historia de Nicaragua. Igualmente tuvo en cuenta la apariencia que debía dar a cada obispo según fuese seglar o de una determinada orden religiosa. En ese sentido, parece que en un primer momento no supo encontrar información sobre el atuendo de los religiosos de la congregación de San Jerónimo, a la que pertenecieron varios de los obispos que él debía retratar, así que el 8 de febrero de 1887 consultó a Thiel como siempre a través de su hermano: “¿Qué clase y color debe ser el de los vestidos?” (FA-348-1, doc. 192). Dos semanas después, el 23 de febrero, Thiel contesta enviando para Toribio un dibujo (“crayón”, “croquis”) de un religioso de San Jerónimo de El Escorial (España; FA-338-2, fol. 247), del que Rafael Jerez acusa el correspondiente recibo en su carta de 14 de marzo.
Las cartas de Rafael Jerez denotan en todo momento un gran deseo del deán por agradar al obispo de San José, al que da en las cartas un trato reverencial. Ya hemos mencionado su preocupación por el supuesto retraso en la realización de los retratos, pero un aspecto del proyecto le preocupó y casi obsesionó en todo momento: La capacidad de su hermano para pintar los retratos con razonable calidad y en relación con ello su deseo de que Thiel comisione a una o dos personas para que valoren el trabajo de Toribio Jerez antes de recibirlo. Ya en su carta del 30 de diciembre de 1886, antes citada, manifiesta implícitamente ese temor cuando dice que ya no queda “nada más que procurar que sean los retratos lo mejor posible”. Ya terminados los retratos, el 8 de septiembre de 1887, Rafael Jerez confiesa su desconfianza abiertamente: “Confidencialmente me animo a decir a Vuestra Excelencia Ilustrísima que para mí desde el principio me ha servido de pena la bondad con que Vuestra Excelencia Ilustrísima y Reverendísima hizo el encargo de los retratos, porque he desconfiado de que Toribio pudiera hacerlos de la manera que se debe. Pero era necesario cumplir sus superiores y sagradas órdenes y así he tenido el honor de ejecutarlo” (FA-348-1, doc. 262). Todavía el 2 de octubre le dice al obispo josefino: “Yo en efecto he estado con la pena de pensar que no saldrán las cosas con la perfección que merece el eminente y amavilísimo [sic] Prelado que se dignó hacer el encargo” (348-1, doc. 264).
Por esa razón Rafael Jerez solicitó a Thiel en repetidas ocasiones que nombrara a una o dos personas competentes que valoraran el trabajo de su hermano Toribio antes de aceptarlo y pagarlo: Así lo hizo en sus cartas de 14 de marzo, 29 de junio, 25 de agosto y 8 de septiembre (FA-348-1, documentos ya citados y documento 245). En todas esas solicitudes aparece el nombre de Pedro Alvarado como la persona competente que podía valorar la calidad de los retratos y que de hecho estaba dispuesto a asumir el encargo.
Thiel no compartió esta desconfianza hacia Toribio Jerez. Así, el 30 de marzo le dice a Rafael Jerez que no hay necesidad de que alguien examine los retratos, añadiendo: “Yo confío en Toribio” (FA-338-2, fol. 279).
Finalmente, a pesar de todas sus angustias, cuando Rafael Jerez pudo ver los retratos terminados le parecieron “dignos de colocarse en el respetable palacio de Vuestra Excelencia Ilustrísima y Reverendísima”, según le dice a Thiel en carta de 14 de octubre de 1887 (348-1, doc. 266).
Ya terminados los retratos, estos pudieron ser examinados por el obispo de León, Francisco Ulloa, quien en su carta a Thiel de 6 de noviembre de 1887 los estimó especialmente por su valor de testimonio histórico, a pesar de su falta de parecido con los existentes en León: “Dios quiera que quede satisfecho de estos trabajos legando a su Iglesia una importante historia, aunque los retratos no sean exactas copias de sus originales” (FA-348-1, doc. 265).
Como decía más arriba, los retratos se debieron de terminar en el mes de agosto de 1887, tal y como le informa Rafael Jerez a Thiel en carta de 25 de agosto (FA-348-1, doc. 263). En otra carta de ese mismo día, Rafael Jerez insiste en que Thiel comisione a Pedro Alvarado y a otra persona para valorar los retratos (FA-348-1, doc. 245), pero no consta que el obispo josefino aceptara esa solicitud.
A partir de esta fecha, quedaba hacer efectivo el pago de los cuadros y la ardua tarea de transportarlos hasta San José. En todo contó Thiel con la colaboración como siempre de Rafael Jerez y también del canónigo Rafael Ramírez y del propio obispo de León, Monseñor Ulloa.
El pago se hizo precisamente a través del obispo de León, Monseñor Ulloa, a quien el 20 de septiembre Monseñor Thiel envió una letra de cambio de 110 libras esterlinas, en parte para sufragar cierta deuda motivada por la estancia en Nicaragua del sacerdote costarricense Juan Garita y 615 pesos para el pago de los retratos (600 pesos) y para el embalaje y envío a Corinto de los mismos (15 pesos), dinero que fue recibido por Rafael Jerez el 1 de octubre aunque en realidad, por decisión de ambos, siguió en poder del obispo a la espera de que Toribio entregara los retratos (FA-338-2, fol. 472v y 348-1, documentos 264, 264bis y 265). Ya vimos que de esos 600 pesos Rafael Jerez ya había adelantado al menos una parte a su hermano para que éste terminara su trabajo lo antes posible.
El traslado de los cuadros desde León hasta San José se hizo por tierra hasta Corinto en los últimos días de octubre, ahí el 31 de octubre se embarcaron en el vapor Starbuck hacia Puntarenas, a donde llegaron el 10 de noviembre. De Puntarenas a San José los retratos fueron transportados por un arriero y el 23 de noviembre se encontraban ya en la aduana de San José. En esa aduana Thiel encontró algunas dificultades para retirar los cuadros debido a un olvido de Toribio, como veremos ahora.
Para el envío de los cuadros de León a San José, Monseñor Thiel dio instrucciones precisas en una carta suya de 20 de septiembre de 1887 dirigida a Rafael Jerez (FA-338-2, fs. 471-472):
  • Embalar los retratos con sumo cuidado, tarea que confía a Toribio Jerez.
  • Enviarlos en el próximo correo asegurados contra el agua, “porque ahora llueve muchísimo en los caminos”.
  • Dirigirlos a Francisco Rohsmoser, agente de la Compañía de Agencias de Puntarenas, “indicándole en la carta de remisión que son para el señor obispo”.
  • Pedir al cónsul de Costa Rica una certificación expresando que los cuadros fueron hechos en Nicaragua, con la finalidad de evitar el pago derechos de aduana en Costa Rica. Aquí Thiel se encontró con que Toribio Jerez no solicitó dicho documento, lo que ocasionó un cierto retraso en la entrega de los retratos, así como un intercambio de correspondencia entre Thiel y Mauro Fernández, entonces ministro de Hacienda, para obtener la exención de impuestos, y entre Thiel y Rafael Jerez para conseguir los documentos acreditativos necesarios para solicitar esa exención (FA-338-3, fs. 45, 64, 70-72, 114v y 135 y FA-378-1, fs. 45-46).
  • Finalmente, Monseñor Thiel pide a Rafael Jerez le de la cuenta de todos los gastos de embalaje, transporte por tierra y mar y seguro marítimo.

La previsión inicial era que los cuadros salieran de Corinto el 15 de octubre de ese año (FA-348-1, doc. 264). No obstante, el traslado por tierra hasta Corinto se retrasó a causa de las lluvias, que por su intensidad aconsejaron esperar “hasta que se compongan si quiera algo los caminos” (FA-348-1, doc. 266). El 27 de octubre debieron de salir hacia Corinto (FA-348-1-doc 267). El 31 de ese mes Rafael Ramírez desde Chinandega envía a Thiel y a Francisco Rohsmoser sendos telegramas informándoles que los retratos ya han salido en un vapor hacia Puntarenas (FA-348-1, documentos 268 y 270). Los retratos llegaron a Puntarenas en el vapor Starbuck el 10 de noviembre de 1887 (FA-275-1, f. 239, asiento 58) y el 14 del mismo mes la Compañía de Agencias de Costa Rica entrega 3 cajas con retratos a Juan María Ramírez, arriero de Atenas, para que los lleve a la aduana de San José y allí sean retirados por el obispo (FA-348-1, doc. 271). El 23 de noviembre los retratos ya estaban en la aduana de San José, según cuenta Monseñor Thiel en su primera carta al ministro de Hacienda. Al ir a recoger los retratos Thiel debió descubrir que faltaba la certificación consular, así que escribió inmediatamente al gobierno solicitando le entregaran las obras de arte, solicitud que fue atendida con celeridad pues el 24 de noviembre el gobierno ordenó al administrador de la aduana central entregar los retratos sin el requisito de la factura consular. Desde el mes de diciembre, Thiel se vuelca en gestionar la exención de impuestos aduaneros, alegando el tratado de Comercio, Paz y Amistad firmado entre Nicaragua y Costa Rica en 1869 (FA-275-1, fol. 239, asiento 58). El 25 de diciembre de 1887 Thiel comunica a Rafael Jerez y a Rafael Ramírez, en sendas cartas, que tiene en su poder los 3 cajones con los retratos y que estos han llegado en perfecto estado, solicitando a ambos el importe de los gastos (FA-338-3, fs. 64-66v). A Rafael Jerez le transmite además la satisfacción suya y de los canónigos por los retratos, de manera que el próximo trabajo análogo lo confiará nuevamente a Toribio Jerez (fol. 65v).
Finalmente, el 10 de febrero de 1888 la Secretaría de Hacienda y Comercio comunica a Thiel que se le ha concedido la exención de impuestos solicitada (FA.351, fs. 128 y 129). Es en el contexto de estas gestiones por evitar el pago de impuestos que Toribio Jerez, a través como siempre de su hermano, le envía a Thiel una certificación, firmada de su puño y letra y autenticada por notario público, manifestando su autoría sobre los 35 retratos, que “fueron hechos en esta ciudad de León de Nicaragua, por mi propia mano, la que es reconocida por todas las cinco repúblicas de Centroamérica como la de un retratista al óleo. Soy mayor de sesenta años y vecino y originario de esta antigua metrópoli” (Fa-378-fol. 46).
El 19 de mayo de 1888 Monseñor Thiel escribe a Rafael Jerez comunicándole que “los retratos están ya colocados en su lugar en mi nueva [casa] a donde me trasladé hace [semanas]”. Desgraciadamente el texto de la carta está parcialmente perdido, pero el conjunto de la misma no deja lugar a dudas: Thiel se encuentra ya en su palacio episcopal, que pone a disposición del deán de León, y allí ha instalado los nuevos retratos de los 35 obispos de Nicaragua y Costa Rica que efectivamente, según el propio Thiel, llegaron al territorio de esa diócesis (FA-338-3, fol. 259v).

Como conclusión podemos retomar la valoración que hizo de los retratos el obispo de León, Francisco Ulloa, quien resaltaba sobre todo su valor como testimonio histórico. Ciertamente, con la adquisición de estos retratos el Obispo Thiel nos legó un valioso testimonio de aquella antigua diócesis que se extendía a ambos lados del Río San Juan, pero los retratos son también testimonio de la personalidad de su promotor, Monseñor Bernardo Augusto Thiel, de su interés por la Historia Eclesiástica de Costa Rica, de la que se le considera fundador, de su interés por enriquecer el patrimonio artístico de la joven diócesis y de su capacidad de estar pendiente personalmente incluso de los más pequeños detalles. E incluso, si se quiere, son testimonio de las estrechas relaciones de los dos países vecinos, Nicaragua y Costa Rica, cuyos obispos comunes fueron retratados por un artista nicaragüense para embellecer la residencia del obispo de San José.


Pablo Durand Baquerizo
Jefe Archivo Histórico Arquidiocesano

Comentarios

  1. Estimado Sr. Don Pablo,
    He leído y releído su excelente artículo investigativo que destaca la autoría del pintor Toribio Jerez Tellería, nacido en la ciudad de León, Nicaragua en 1821. Unicamente una aclaración al texto "obispo de León, Monseñor Ulloa" que por la veracidad histórica debe decir "obispo de Nicaragua, Monseñor Ulloa" que ciertamente tenía como sede episcopal a la ciudad de León. Monseñor Francisco Ulloa y Larios era originaraio del pueblo El Obraje (actual Belén) en el sureño departamento de Rivas. Dios le bendiga.

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    1.      El hombre     1-1. Víctor Sanabria Martínez, nació el 17 de enero de 1898 en San Rafael de Oreamuno (provincia de Cartago), en el lugar popularmente llamado “Choruca”. Sus padres eran dos acomodados campesinos: don Zenón Sanabria Quirós y doña Juana Martínez Brenes.    Cartago fue la capital de la provincia durante el periodo colonial. Se caracterizó por su gente muy política y muy católica. Ha sido por muchos años cuna de las vocaciones sacerdotales y religiosas. Dentro de este ambiente campesino, de la lucha diaria de la tierra y las brisas del Volcán Irazú, va creciendo el último retoño de la familia Sanabria Martínez. En su pueblo natal hace sus estudios primarios, pasando luego al Colegio Seminario, regentado por los padres paules alemanes. Finalizando la secundaria, en 1912, hace la petición formal a Mons. Juan Gaspar Storck, C.M.,   III Obispo de San José de Costa Rica,   para ingresar al Seminario Mayor. Los informes de su Cura párroco, los

El Archivo Histórico Arquidiocesano "Monseñor Bernardo Augusto Thiel"

Vamos a inaugurar este blog con una breve reseña sobre el Archivo Histórico Arquidiocesano de San José. El Archivo Histórico Arquidiocesano lleva el nombre de “Monseñor Bernardo Augusto Thiel” como homenaje al II Obispo de San José (1880 – 1901), quién lo consolidó y dotó de un local propio en lo que hoy es la sede central de la Curia Metropolitana, en el costado Sur de la Catedral. Allí estuvo hasta el año 2000. Ese año el Archivo se trasladó a su actual ubicación, en la Avenida 10 de la ciudad de San José , contiguo a la Rectoría Preciosísima Sangre de Cristo, popularmente conocida como Iglesia de Las Ánimas. El edificio, antiguo convento de los Padres Capuchinos, fue acondicionado para sus nuevas funciones de Archivo y hoy es una excelente sede para conservar tan importante acervo documental y dar servicio a la administración arquidiocesana y a los investigadores y usuarios que se acercan hasta este punto de la capital para consultar la documentación que el Archivo custodia.